sábado, 9 de octubre de 2010

Por vosotros, por vosotras.









Estreno con lluvia. Me da por pensar que en Valladolid siempre llueve, siempre hay un gris, la gente siempre tiene la cara gris, el pelo gris, el paraguas gris y el ánimo gris. Incluso en verano llueve y es gris.
Menos ellas, y menos ellos.
Todos los días pintaban mi mundo en Valladolid con un millón de colores, con cosas que contar, con anécdotas, con sueños, con deseos. Cada uno, cada una, tenía una paleta llena de colores distintos, colores no inventados, colores que no existen. Llevo muchos años conviviendo con esos colores, pintando y dejando pintar, sintiéndome querida por el simple hecho de formar parte de sus vidas y queriendo cada rinconcito que pertenece a ellos.
Cada día tenía algo que poner en mi corcho, en mis textos, en mi cabeza. Incluso los días en los que los odiaba, los quería, los necesitaba, los pintaba.

Supieron quitar el gris de mi ciudad. Hicieron que los colores fuesen mi forma de vida, que ellos fuesen mi forma de vida. Quererlos era parte de mi personalidad.

A día de hoy vivo en una ciudad que fue pintada por otros ellos y ellas hace mucho tiempo, una ciudad que se pinta y repinta sola todos los días. A día de hoy, vivo con gente con otros colores, otros olores, otras formas de ver el mundo. Y a mi modo, los voy empezando a querer.
Pero echar de menos no se va, os recuerdo todos los días, os quiero todos los días, os tengo presentes todos los días.

Y quiero que sepáis, que si yo tengo color, si mi vida ahora tiene color, es porque vosotros siempre la habéis pintado.

Os recuerdo, os añoro, os quiero.

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