viernes, 30 de marzo de 2012

Qué hacemos con los domingos por la tarde.

Pero, dónde estás. Dónde te metes. Desde luego, te reconozco el mérito: no te encuentro aunque te busque todos los días, te imagine todos los días, te cree todos los días. Podrías ser cualquiera, de cualquier color, de cualquier sonrisa, de cualquier pelo. Podrías ser cualquiera pero no eres. No eres nadie que mira y se para para hacerme dar un vuelco. No eres quien se interesa por lo que me intereso y busca compartir, además de cama, pensamientos y miradas.
No eres nadie, y mira que podrías ser cualquiera.
¿Cómo hago contigo, entonces, que no eres, ni estás, ni apareces? Que no tienes ni nombre, ni color de ojos, ni lunar favorito. Cómo hago para interesarte si no tienes mirada que enfocar, cómo hago para interesarme yo, si tienes boca muda que no me dice nada. 

Y entonces qué. Estas ganas de compartir, pero en bajito, los trotes, idas y venidas del día. Y entonces qué me acurruca en este piso que siempre estará más frío que el aire de afuera, entonces qué hago yo con este silencio que me vibra en los oídos, entonces qué hago yo sin saber a qué/quién escribir.

No existes y te escribo, fíjate lo importante que eres. Y más serías si existieras, si aparecieras, si me miraras de tal forma que pasase por aquí más a menudo. Me gusta tan poco lo que dije de otros otras veces... Lo veo tan equivocado, tan ciego, tan bebé, que no me reconozco. Lo veo tan poco yo que me da vergüenza. Yo quiero que seas muy tú, para que yo sea muy yo, y juntos seamos muy. Muy a secas. 
Y esto como que me da un poquito de no sé qué decírselo al mundo. Así que, por mucho que me guste, te lo digo a ti, que no existes, ni eres. Y lo borro. Total, nunca podrás decirme nada.

Yo sigo pensando que un día, llena de agujeros, pendientes y colores, cuando te vea, te reconoceré. Sigo pensando que habrá un algo por dentro, de eso de la biología que tanto cuestionamos ya, que me diga que igual tú aceptes cómo soy y cómo voy a acabar siendo. Que te guste el principio y el final de mi progreso, y que me acompañes en el mientras. 
Yo soy difícil, eso ya lo digo, a ti que no lo sabes. Soy difícil, testaruda, inestable, acomplejada. Pero creo que soy un poco bonita, más discutible el envoltorio que el contenido. Creo que aporto. Creo que, cuando se me deja el espacio y se me entiende la rareza, soy interesante. Creo que soy un poquito otra cosa a lo que se suele ver. Eso juega a mi favor, a veces.