jueves, 28 de abril de 2011

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Te diré que esta vida es excitante, que bebo por la mañana y estudio por las noches. Intentaré excusarme por lo poco que voy a clase a primera hora, explicándote cómo puedo llegar a dormir con los ojos abiertos.
Te contaré que ahora somos muchos, ruidosos por la risa, intensos por el sentimiento y siempre ligeros, rápidos. Quiero a algunos más que a otros, pero si alguno faltara, no seríamos nosotros.

La vida me va bien, soy más feliz aquí de lo que imaginé que podría, apruebo sin estudiar gran cosa y aunque viva en 4 metros cuadrados, me acompaña mi compañera de toda la vida que habla y calla cuando tiene que hacerlo.
Vivo entre maletas,  y ahora más que nunca. Con grandes proyectos y pocas soluciones.
Persisto en un constante ir y venir de tengo que y no quiero hacerlo.
Gana el vicio al deber y sigo sin caer en las tentaciones de los sábados.

Te digo que aquí se vive a lo grande, mucho más deprisa y, vayas donde vayas, hay mil personas a tu alrededor.
Te cuento que tengo miradas furtivas de vez en cuando y que me quitan el sueño, o más bien lo sustituyen por la imaginación. 
Pero no te diré que tal vez no sean miradas, o no sean furtivas, tal vez sean dos pares de ojos normales que se encuentran porque hacia algún sitio hay que mirar, y que yo, con mi corazón avasallando a mi cabeza, creo todo mi mundo.

No pienso decirte que sólo miraba de verdad cuando te miraba a ti, porque mis ojos ya están secos, y los tuyos ocupados.

Y una pequeña dosis de inmadurez: cuando vea y mire, y fije la mirada como hacía tiempo que no lo hacía, serás el primero en saberlo.

jueves, 21 de abril de 2011

MV

Sólo hace falta coincidir, que llueva y que nadie más quiera salir de casa.
Nos basta con sentarnos en un soportal que nos ha visto crecer, jugar, caernos, reír y a veces incluso amar.
Tenemos entumecidos cada poro de nuestra piel pero lo pagamos con hablar, con 19 años sintiéndonos ancianos de 91, hablando de cómo pasa el tiempo y lo perra que es la vida cuando queremos echar la vista atrás.

Nos hace falta odiar algo para dejar de tenerlo y, por arte de magia, empezar a quererlo. Hace falta que me vaya para que arreglen mis canchas, para saber lo que es echar de menos y decir con la boca llena que llego a casa.

No, en realidad, no hace falta nada. Porque ocurre que vivimos, que el tiempo pasa, que crecemos sin darnos cuenta y el día que nos da por verlo, da miedo.
Ocurre que nos pasan cosas, ocurre que dejamos de ser tan niños y que la vida se vuelve dura. Y ocurre que valoramos de repente todo lo que odiamos en su día.
Mi pueblo, que es una capital de provincia, del que no he hablado bien a nadie y que no recomiendo, aparece ante mí como algo que me pertenece, o más bien, a lo que yo pertenezco.
Vuelvo a bajar sin nada en los bolsillos a saludar a gente que sí me ve. Vuelvo a ver caras conocidas que quiero a mi manera, vuelvo a sentir que soy una pieza de un puzzle que nunca sentí encajar, y que ahora aparece con todas sus piezas perfectas, contándome a mí entre ellas.

Hace falta una mirada, hace falta hablarlo con alguien que tampoco está aquí, que también se sintió forastero en su propio hogar un día y decidió buscarlo en otra parte.
Pero ahora hay dos hogares, incompletos, sin acabar, con goteras y sin luz todos los días, pero míos, propios, uno innato y el otro enteramente trabajado.

Ocurre que la vida ocurre.

domingo, 17 de abril de 2011

The way we work.

Te voy a explicar cómo funciona, cómo ha funcionado siempre y cómo va a seguir funcionando: yo me voy lejos, muy lejos, y así aparte de los problemas de siempre, tenemos la excusa de la distancia.
Yo voy a tener una vida nueva, voy a ser feliz y voy a sonreír a todo aquél que quiera sonreírme.
Yo voy a plantearme nuevos retos, voy a tener nuevas expectativas y aquí vendré a ratitos, pequeños, a lo mejor a regañadientes porque, como ya te he dicho, tengo mi vida nueva y a una no le gusta que le cambien el escenario cada dos por tres.

Y tú...
Tú vas a seguir aquí, tu vida tampoco va a cambiar especialmente, obviando el hecho de que yo ya no estoy en ella, o no como antes.
Tú no vas a tener demasiadas expectativas novedosas y no tendrás nada que contar que se salga de lo común.
Cuando yo venga, tendrás o no ganas de verme, dependiendo de tu día y tu situación.

Pero cuando yo venga, sea como sea, cualquier día, en cualquier situación y bajo cualquier circunstancia, yo voy a tener ganas de verte.
Aunque no tengas nada interesante que contar, voy a escuchar tu rutina de forma casi ansiosa, porque lo que me digas me va a dar igual, voy a estar centrada en que eres tú quien me cuenta cosas.
El que yo tenga o no cosas que contar a ti te importará según te/me veas y sobre todo, si tienes objetivos que cumplir.

Aunque yo sea la de la vida nueva, la que ha cambiado, la que crece segundo tras segundo y la que está mayor, seré la estancada cuando vuelva aquí, yo voy a ser quien tira sin tirar de una cuerda hace siglos rota y quien tenga esa tendencia a quedar fatal.
Y aunque tú no seas más interesante, lo serás. Ocultarás lo que siempre ocultas y cada día tendrás distintos intereses.

Y esto funciona así porque nunca ha funcionado de otra forma. 
Porque sino, no somos nosotros, y porque te gusta ganar a todo lo que juegas, cuando para mí es suficiente que me dejes jugar contigo.

viernes, 8 de abril de 2011

Hoy.

Cambio los apuntes por las palabras de dentro, la morfología por los sentimientos.
Los Redbull ya son cosa de niños y los ojos se entrecierran...

Pero: sol, un patito que me acompaña, un par de miradas furtivas con mucho comedero de coco a lo gratis y decir "es un coñazo, pero es un coñazo muy feliz".

lunes, 4 de abril de 2011

Que tú a mí me.

Que me quieras y te quiera y te tenga en los labios todos los días, por besarte y por nombrarte. Que se me quite la bobada anti-relaciones y que me vuelva más dulce que la miel.
Que me riñas con besos, que me cambies las palabras por suspiros, que me quieras porque te quiero y que me quiera porque me quieres.

Que me digas cosas bonitas y no me cansen, que me sorprendas con tu rutina y que todos los días te vuelva a conocer.
Quiero subir las escaleras sonriendo por pensarte, quiero escribirte mil hojas que no te daré nunca, quiero dedicarte los pensamientos más profundos y quiero ser fácil para ti. 
Vivir tan rápido a tu lado que los días se conviertan en minutos y que pierda la cuenta de tus caricias. Vivirte y vivirnos, sabernos, con vidas cruzadas y con caminos paralelos... Ser yo y que te encante.

Que no seas una mala idea, ni una decisión que yo tenga que tomar; sé un accidente, un irremediable, ser tan irresistible que lo mejor para evitarte sea caer en ti.
Que lleves cuero en invierno y cuadros en verano, que pongas tu media sonrisa cuando me veas llegar tarde, que me cojas de la mano y que te hagan gracia mis chistes malos.
Que te divierta, que me seduzcas, que no nos entendamos y tengamos que explicarnos, y volver a empezar cien veces.

Darte mil vueltas, y tú superarme. Odiar a quien me odie y quererme más que nadie.
Que beses lento y abraces fuerte, que tengas miedos pero los disimules, que no me protejas, que no me cortes las alas, que estés todos los días de lluvia...

Que sepas que soy rompible y que me gusta lucir fachada, que lo entiendas sin que yo te lo diga, que te adelantes, que me perdones las locuras, que yo quiera ser parte de las tuyas.
Quererte todos los días, mucho, intenso, bonito. Saberme tus líneas y que tú tengas un mapa de mi piel.
Desordenarte el pelo, apropiarme de tu labio inferior y regalarte mis manos.

Que te de igual mi pelo de por las mañanas, que te guste cuando no me gusto y que me lo digas, sobre todo que me lo digas...