jueves, 28 de abril de 2011

.

Te diré que esta vida es excitante, que bebo por la mañana y estudio por las noches. Intentaré excusarme por lo poco que voy a clase a primera hora, explicándote cómo puedo llegar a dormir con los ojos abiertos.
Te contaré que ahora somos muchos, ruidosos por la risa, intensos por el sentimiento y siempre ligeros, rápidos. Quiero a algunos más que a otros, pero si alguno faltara, no seríamos nosotros.

La vida me va bien, soy más feliz aquí de lo que imaginé que podría, apruebo sin estudiar gran cosa y aunque viva en 4 metros cuadrados, me acompaña mi compañera de toda la vida que habla y calla cuando tiene que hacerlo.
Vivo entre maletas,  y ahora más que nunca. Con grandes proyectos y pocas soluciones.
Persisto en un constante ir y venir de tengo que y no quiero hacerlo.
Gana el vicio al deber y sigo sin caer en las tentaciones de los sábados.

Te digo que aquí se vive a lo grande, mucho más deprisa y, vayas donde vayas, hay mil personas a tu alrededor.
Te cuento que tengo miradas furtivas de vez en cuando y que me quitan el sueño, o más bien lo sustituyen por la imaginación. 
Pero no te diré que tal vez no sean miradas, o no sean furtivas, tal vez sean dos pares de ojos normales que se encuentran porque hacia algún sitio hay que mirar, y que yo, con mi corazón avasallando a mi cabeza, creo todo mi mundo.

No pienso decirte que sólo miraba de verdad cuando te miraba a ti, porque mis ojos ya están secos, y los tuyos ocupados.

Y una pequeña dosis de inmadurez: cuando vea y mire, y fije la mirada como hacía tiempo que no lo hacía, serás el primero en saberlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario