miércoles, 13 de octubre de 2010

6.

Me gustaría poder escribirte tanto y tan seguido como hace unos cuantos (muchos) meses. Me gustaría  que las palabras saliesen solas y que el empezar un texto no me costase tanto.
Escribirte nunca fue difícil, te convertiste en mi tema, en mi adicción y en mi día a día. No podía escribir sobre otra cosa porque todos mis sentidos estaban orientados hacia ti: verte, oírte, sentirte.

Ahora simplemente puedo decirte que sigo pendiente de ti, que me sigues importando y que, a mi manera, te sigo queriendo.
Y el mérito es tuyo. Por ser más complicado que yo, por quererte a ti siempre más que a nadie por encima de todo, por tu inestabilidad, tus giros, tus cambios de humor y tu forma de hacerme sentir única tan pocas veces.
Porque sabes que quiero querer, y me cuesta. Porque sabes que quiero ser estable y no lo consigo. Porque sabes que tengo tendencia a salir por patas a la menor dificultad si hablamos de sentimientos... porque tú eres peor que yo.
Porque por una vez, quise sin querer y fue a ti, contigo, de ti, para ti.
Porque no sirvió de nada, porque tus palabras dejaron de sonar a verdad, porque le pudo el cansancio al amor.

Hacía mucho que no te escribía. Hacía mucho que no me permitía escribirte.

Pero a día de hoy, viviendo en Madrid, sin verte desde lo que yo siento como una eternidad, me sigo acordando de ti. Porque marcaste. Porque doliste. Porque fuiste la prueba más clara de que el amor es masoquista. Porque yo no calé en ti del mismo modo.

Y lo único que se te ocurrió decir fue que no querías saber nada de otros tipos. Unos celos que quieren parecer sentimiento, una tristeza que no rompe el corazón.

Y ahora sólo puedo decirte que te echo de menos. Que por favor, te cuides.


Y que sí, que me eches de menos, que me pienses, que te arrepientas, que valores aunque sea ahora lo que hubo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario