El dolor de echar la vista atrás es saber que hay cosas que no vuelven, que se ha cambiado y la vida es distinta. Crecemos, cambiamos, nos movemos, y todo lo que dejamos atrás no es sino recuerdos que dependen de nosotros; si no los pensamos, se van.
Y es difícil crecer. Tomar decisiones importantes no es difícil; lo complicado es vivir en ellas, vivir sus consecuencias y pensar en cómo hubiera sido todo si en el último segundo hubiese decidido cambiar de idea. No habría habido progreso, evolución, nuevos colores, nuevos problemas y alguna solución a problemas antiguos.
Pero, independientemente de cuánto cambiemos, seguimos siendo nosotros, los mismos, los que tomamos las mismas decisiones siempre que podemos, los que tenemos talones de Aquiles por todos los lados, los que amamos igual y olvidamos no tan fácilmente.
Seguimos con los mismos errores, que de tantas veces cometidos quizá puede pensarse que deberían ser aciertos.
No hay arrepentimiento suficiente para algo si sabes que lo volverías a hacer.
Porque a tu lado perdí mi tiempo, y lo volvería a perder de nuevo.
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