miércoles, 19 de enero de 2011

Empieza bien, 19 :)

Hacer una entrada sobre mis 19 el mismo día 20 a la 1.16 es quizá bastante precipitado, pero la tendencia a olvidar sigue siendo uno de mis puntos débiles y no querría para nada del mundo olvidar los 18.
Quien tiende a la nostalgia a partir de los cuarenta (y diez, como diría Sabina) recuerdan la adolescencia como el período intenso, rebelde, de las grandes locuras y los grandes amores. No será así en mi caso, mi adolescencia fue un pequeño letargo que yo misma implanté: una infancia que no fue del todo fácil favoreció una madurez demasiado pronto, un chubasquero en el ánimo y unas cuantas ganas de no sentir.
Pero no sentir es imposible, y los momentos de alegrías intensas y dolores profundos existieron... no recuerdo día más triste que uno de verano en mis 16, dejando a lo que yo había considerado amor durante dos años y sintiendo que yo misma me arrancaba un seguro de vida tan potente como rutinario.

Quizá fue a partir de entonces cuando decidí dejar de mirar mi vida para empezar a vivirla, y diríamos que no fue bien, y tampoco mal. Diríamos que fue... mío. Y me encantó, y me encanta, me encantan incluso las cosas que veo ahora por las que me mataría si pudiera, me encanta cómo la madurez primera va siendo sustituida por otra que quizá sea más desencantada pero más mía y cómo sé que irá a más.

He cambiado de idea, no voy a hablar de los 18. Los 18 los he vivido, puedo decir que los he sentido cada día y que he cometido tantos errores como podría cometer una persona a lo largo de toda su vida. Pero esos errores son míos y las ganas de repetirlos o no, también.

Y los 19 van de deseos: deseos de estar conforme conmigo misma, deseos de gustarme lo que hago sin mirar qué hace el resto, deseos de encontrar un YO que no se compare con nadie y que brille tal y como es.
Muchas ganas de seguir profundizando en los amores que voy sintiendo aquí, que no son pocos. Muchas ganas de comerme la vida que por fin puedo decir que he elegido yo y muchas ganas de que la vida también me dé algún mordisco a mí.
Ganas de madurar pero madurar bonito.
De sentir bonito.
De ver bonito.
De ser bonita.
Ganas de que los 19 tengan un color dorado cuando los piense en unos años y ganas de merecerme todo lo que me pase. Ganas de coger totalmente las riendas de la vida y tirar con ella hacia donde vaya sintiendo que tengo que ir.

Muchas ganas, muchas ganas de todo. De innovar con todo y de mantener lo que ya está conseguido.
Ganas de 6, de Salamanca, de Valladolid, de Madrid.
GANAS GANAS GANAS.



Y después de los 19, más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario