martes, 3 de mayo de 2011

Que si dices venga, ya sabes lo que digo yo.

Un día te tocará a ti desnudarte en tus palabras, dejarme que te haga radiografía de huesos y sentimientos, porque ya está bien de verme las intimidades más cursis y mantenerte dentro de ese saco de ropas y máscaras.
Te tocará decirme los colores que te gustan según los momentos: si te gusta el rojo igual que a mí, si el cuero prolonga tu piel los días grises, si para los mimos tiendes a los marrones...
Tendrás que decirme cómo te gustan, para saber a qué me enfrento, porque siempre daré por hecho que no soy tu ideal, y tampoco aspiraré a serlo; preferiré criticar envidiosamente a las que se acerquen más a tu prototipo.
Quiero saber todos tus miedos, que me muestres que eres humano, que tu escudo protector tiene agujeros... a lo mejor la oscuridad no te gusta, o las miles de patas de cualquier insecto hacen que quieras cambiarte de silla.
De los miedos profundos, los de verdad, también quiero enterarme. Quiero que me digas si realmente te da miedo el día en que yo no esté, si tienes miedo de una hoja en blanco y el nada que contar. Quizá te das miedo tú: quizá temas tu yo de mañana, el miedo ante lo desconocido... o quizá te dé miedo tu yo de ahora, el yo al que escribo en este momento.
Tendrías que decirme también tus pasiones más secretas, para que me haga una idea de qué comprar en Woman Secret la próxima vez que vaya. Quiero que me cuentes qué te enerva, qué te hace reír, cuántos hijos tendrías y sus nombres.
Quiero que me digas que no te quieres casar, porque eres un antisistema y todo te parece mal.

Más tarde, cuando conozca tu mente como conozco tu cuerpo, te diré que aún sabiéndote así, sintiéndote más parte de mí que del mundo, viviéndote y casi respirando tu aire, sigues siendo todo un enigma. Aunque pueda pensar lo que piensas, sangrar tus heridas y devolver tu oxígeno, no dejarás de ser opaco, ni de sorprenderme con lo que ya conozco; no dejaré que tenerte tan dentro te saque de mí.

Yo te podría sorprender a ti también, esto es cosa de dos: igual un día rompo la última promesa que me queda y te digo que cuando tengas las manitas arrugadas, cuando se muevan tambaleantes para tomar las pastillitas de la edad, incluso entonces, voy a querer poder acariciarlas, tenerlas cerca, que cobren firmeza cuando sea para coger las mías. A lo mejor digo lo que nunca he dicho, eso de "para siempre" y no me tiembla la voz, ni lo digo bajito... tal vez incluso pueda decírtelo mirándote a los ojos.

Mientras quieras vivirlo sin entenderlo, no sepas cómo son las cosas pero no te importe, podremos ser par, cruzando y descruzando caminos y buscando metas comunes.
Es posible que encontremos el romanticismo de paso, que yo te ponga de fondo de pantalla y tú pienses todas las noches en mí... puede que hasta tengamos una canción. A lo mejor las metáforas salen más fácil cuando las pienso en ti, contigo, para ti. Puedes ser mi desenfreno, la caída del muro de Berlín instaurado en mi cabeza desde hace demasiado, puedes ser la eliminación de todos los alomejores, quizases, posiblementes y puedeseres. Te puedes convertir en la afirmación más rotunda que se defina con un SÍ rojo en la pared de mi habitación.
Puedes hacer que el hecho de que me guste cómo escriben otros no elimine que me guste cómo escribo yo, a lo mejor deshaces el nudo que he hecho conmigo, disipas todas mis dudas y me quitas los años de más de la mirada.

Podría ser posible... sólo si no preguntas cómo, aunque no lo sepas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario