jueves, 10 de noviembre de 2011

Subordinadas

Si decidieras irte, estaría bien; ella ya tiene sus carboncillos para recrearte y hablarte siempre que quiera, y sabes que cuando decide meterse en su caparazón no hay botella que le saque de ahí.
Sabes que no le gusta lo frío por las mañanas, que se enfunda mil calcetines y varias chaquetas, que sin su café no es persona, que no mira ni ve hasta que se pasa tres veces las manos mojadas por la cara. Sabes que no abre la boca hasta que se lave los dientes. 
Sabes que esto no es autobiográfico, que de eso ya me cansé, que yo no desayuno por las mañanas.

Tú sabes lo que pasaría si te fueras. Yo pasaría menos por allí: me siguen enamorando sus pinturas, tus libros, el olor a vintage incluso con las ventanas abiertas. Seguiría admirando las estanterías metálicas con sus paredes amarillas, las plantas que viven a pesar de nosotros, el caos donde encontramos todo, porque allí crece como un virus la inspiración.

Creo que sola no podría con sus aires de destroyer los viernes por la noche, no podría ver cómo abandona sus algodones y sedas y se pasa al cuero sin miramientos, se dispara de rojo los labios y decide salir a hacer un par de rotos. No aguantaría quedarme sola con una luz que ilumina pero no me hace ver, no podría encenderme sola el piti, no podría hablar con nadie de lo raro que es el calor que hace en la calle y el frío que tiene una por dentro. Las ventanas conmigo sola no se abren.

A lo mejor el aire bohemio no se me quitaba, pero me siento menos interesante cuando cruzo las piernas dos veces sin que nadie me mire, cuando me esfuerzo por aguantar con el humo dentro para expulsarlo de a pocos, cuando enfoco los ojos y tú no estás.

Es posible que si te fueras a mí me dejase de gustar esto de la élite de los de abajo y quisiese encontrar un grupo que fuese menos atípico e hiciese más ruido, a lo mejor incluso querría volverme popular, tener un par de novios al año y quedar a ver películas con unas amigas que todavía no conozco. Podría empezar a comer bien, en vez de comerte a ti, podría hacer ejercicio y comprarme una mascota que me diese los mimos que nosotros ya no nos daríamos.

Si te vas, es posible que volviese a llenar las maletas como hacía antes de conocerte, me podría volver a gustar el no pisar nunca el mismo suelo, abrir puertas distintas todos los días. El olor a cerrado y los muebles plastificados siempre me pusieron la piel de gallina. 
Si no paso más por aquí, cuando tú no estés, diles a todos que me fui por tu culpa, que tú eres la causa de todos mis actos, que el yo que ven es consecuencia de ti.

Diles a todos que la culpa de todo la tienes tú.

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