jueves, 9 de diciembre de 2010

Don't leave home.

Igual que no se vive sin más, no se escribe sin más. Oír que es necesario tener un plan de vida es cosa de cualquier jueves, y del mismo modo hay que tener bien amueblada si se toma la decisión de hacer algo tan trascendente como plasmar opinión, sentimientos o personalidad en un Word.
No se puede pensar en escribir sin más.
Escribir sí, palabrería barata, no.

Él soñaba con escribir palabras que conjugadas fuesen música, amor, poesía, guerras, amistad y esperanza. Quería crear la propia vida a través de sus palabras y poder vivir allí, alimentándose de su imaginación al resguardo de sus textos.
Le gustaba la sensación de sus dedos sobre el teclado, escribía rápido, escribía los pensamientos que se le iban pasando por la cabeza al instante y (creía que) los plasmaba con bastante exactitud y, sin ser muy altanero, belleza.
Y se exigía demasiado.
Leía y amaba los textos que leía y buscaba imitarlos. Escribía, y sentía que su modo no tenía nada que ver con lo que había amado, con aquellos textos que le habían cautivado y que provocaban la más absoluta admiración hacia el escritor o la escritora.
Y borraba todo lo que escribía. Se enfadaba. Se sentía inepto en un mundo tan culto que no paraba de preguntarle sobre su posición en el mundo, a él, que muchas veces tenía que mirar el reloj diez veces para saber de una buena vez la hora.
No sabía más que escribirse, que reflejarse en unos textos profundos pero nítidos, que no precisaban de gran intelecto para ser entendidos. No le gustaba la gente que escribía con pedantería y rodeos, no le gustaban los intelectuales que sólo escribían para intelectuales.
Él pensaba que escribir se hacía en primer lugar para el propio escritor en su afán por conocerse, pensaba que todas y cada una de las grandes novelas de la historia tenían su parte de autobiografía o, por lo menos, de la vida utópica del escritor.
Conocía la imaginación, sabía de mundos totalmente irreales inventados por grandes mentes que muy difícilmente tenían algo que ver con la vida de cualquier persona, pero él siempre encontraba una conexión, un nexo que, bien seguido y sabiendo leer entre líneas, llevaba a un punto clave de la vida del escritor.

Pero cuando él fuese un gran escritor, no inventaría nuevos mundos.
El mundo en el que vivía era lo suficientemente complejo y profundo para él, podría escribir sobre eso.

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