miércoles, 30 de marzo de 2011

Mi chica bonita.

Yo... yo estoy llena de paradojas, de miedos, de complejos y de inseguridades.

Los lunes por la tarde me como el mundo si veo un guiño desesperado, y los martes por la mañana me levanto con una resaca sin alcohol, con unos nervios que no son normales y con las mismas paranoias de todos los días.
Pienso que quizá me hagan falta unas vacaciones de Madrid, unas vacaciones del metro lleno de fantasmas con maletines que miran sin ver, de prisas por nada y de tardes muertas donde el tiempo para pensar me espera en el mismo sitio todos los días.
Pienso que es normal que no sepa quién soy si me estoy descubriendo ahora, si este año es de locura total y de cambios invisibles que me ajetrean la vida.
Vivo odiándome y queriéndome todos los días, soy una generosa egoísta y una materialista desinteresada.
Busco algo que no conozco y menos encuentro.

Pero sin buscar, la encontré a ella.

Ella... ella está llena de paradojas, de miedos, de complejos y de inseguridades, como yo.
Vive en Madrid desde antes de existir, el Metro es una prolongación de su cuerpo y es capaz de llevarme a donde quiera ir con los ojos cerrados, desde a un Starbucks con camarero incorporado hasta un momento en cualquier día de la semana donde sentirme un poco yo, con ella.

Ella también tiene cacaos mentales, también tiene idas y venidas con subidas y bajadas. También ríe y llora a su manera y lucha todos los días contra sus demonios, como todo el mundo.
Pero no es como todo el mundo, aunque ella no lo sepa.
Lo que tampoco sabe es que es ella quien me ha salvado a mí, de perderme, de salir por patas (a lo que soy bastante dada) a encerrarme en una sonrisa y a no contar nada.
Me pasa muchas veces que siento que hablo y hablo de mí, de mis problemas y a la vez me parece que estoy sola. Los domingos por la tarde, cogiendo el metro Argüelles-Prosperidad no me pasa.
Te escucha con cada poro de su piel, es difícil y cariñosa, le cuesta querer y quiere con locura.

Hablamos mucho, todos los días, nos vemos y siempre tenemos cosas que contar. Las tardes tranquilas no son aburridas, si quiero huir de estas 4 paredes que me acompañan la inmensa mayoría de las tardes sé que digo STARBUCKS y ella está.
Ella está siempre, y es increíble.

Y llevo poco tiempo aquí... y ya es mucho.
Pero creo que esto ella tampoco lo sabe.


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